A la edad de 17 años, ingrese en mi Escuela Naval.

Fue una experiencia compleja para un chico proveniente de una familia donde todo me había venido dado. No obstante considero aquel primer mes de mi estancia allí como un punto de inflexión en mi evolución como persona.

El primer día me cambiaron el look y el nombre, ya descargado de mi bien cuidada melena setentera, dejé de llamarme José Manuel para pasar a ser delta ochocientos nueve ( D 809 ).  Al mismo tiempo debí aprender a redefinirme adaptándome a mi nueva realidad, a partir de ahora seria la decimoctava parte de una partícula de cañería navegando a la deriva en el mar de la ignorancia. Mi querido hijo adolescente piensa que todavía sigo siéndolo.

Así que cuando alguien, con mas pelo que yo, me preguntaba: ¿Quién es usted?

Yo debía responder: soy delta ochocientos nueve.

Y si a continuación me preguntaba: Y, ¿Qué es usted?

Yo debía responder, sin dudarlo: Soy la decimoctava parte de una partícula de cañería, navegando a la deriva en el mar de la ignorancia.

Cuando un superior jerárquico, un marino, un infante o las Señoras de la lavandería me indicaban que los elefantes vuelan, pues yo debía mirar al cielo esperando ver alguno.

Aquello me enseñó a:

– Quedarme callado. Escucha, piensa y luego decide si hablas.

– Respetar a los demás, inclusive a aquellos que parezcan muy diferentes a ti.

– Sobre todo: Humildad. Algunos de aquellos Cabos de Infantería o de Marina, cuarentones (Unos viejos) y que solo leían prensa deportiva, habían sobrevivido a operaciones de contrainsurgencia en lo profundo de la selva o a mares sometidos a huracanes. Si, la palabra es sobrevivido, por lo tanto eran ellos quienes podían enseñarme algo a mi y no yo a ellos. Para ello debía desarrollar Humildad.

La Humildad es la herramienta mas potente en las ventas y en las relaciones interpersonales. Aprendes, vendes y sobre todo creces como persona.

He sido bendecido conque la Vida haya puesto en mi camino a una cantidad de personas que han intentado ( con mayor o menor éxito ) hacerme mejor, y gracias a quienes he sobrevivido en diferentes situaciones: David Yustas, Ana Arias, Esther, Pilar Fuentes, Sonia Luengo, Daniel Etschmann, César Saiz, Javier Sánchez, Alejandro Martínez, Guillermo Muzio, Juanjo Barrero, Javier Ibáñez, Félix Rodríguez Teresa Guevara, Rafael Bouzas, Carmen Benítez, Santiago Rueda, Juan Carlos Santos…. Todos, Gente extraordinaria, doy gracias cada día por todos vosotros, por ser el viento que hincha mis velas durante mi travesía por el mar de la ignorancia.

Aun hoy  continuo  pensando que soy la decimoctava parte de una partícula de cañería navegando a la deriva en el mar de la ignorancia  cada vez que siento la tentación de pensarme como superior a o a menospreciar las opiniones de  mis Compañeros, Clientes, Familiares o Viandantes. Y por supuesto,  mi hijo continua estando de acuerdo con este mi pensamiento.